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Filosofía para pensar en la calle

  • Ref. ZZZ-9837352
  • ISBN: 9788499837352
  • Editorial: Vision Libros
  • Fecha de edición: 2024
  • Número de páginas: 16
  • Dimensiones: 23x23x0,3 cm
  • Encuadernación: tapa dura

Filosofía para pensar por la calle (La Filosofía que nunca me enseñaron). José Segovia Pérez Dice Marx, influido por Bacon, que los filósofos se han limitado a contemplar el mundo cuando lo necesario es transformarlo. ¿Es así?, ¿Es “in-útil” la Filosofía?, ¿Es el último refinamiento de la locura, como se pregunta Russell?, ¿Es el arma de esa revolución necesaria? , ¿Cómo se han gestado en la polis – la ciudad moderna - el sentido de la justicia y la legitimación del poder?, ¿Es verdad, como dice Sócrates, que los dioses no tienen poder sobre la vida humana?, ¿Es humana la esperanza o es solo el refugio que brindan las religiones para la angustia? Intentaremos comprobar si la filosofía está tan alejada de la comprensión humana común como la ciencia moderna y si puede contribuir a concluir que es preferible un mundo seguro sin libertad a un mundo libre sin seguridad, de la mano de interpretaciones que aseguran que la historia ha terminado, que es inevitable el choque de civilizaciones o que tenemos miedo a los bárbaros, o al contrario. Aunque lo más obvio es que el mundo parece “desajustado” y lo más sensato es indignarse, mientras nos seguimos preguntando si es posible devolver la justicia a la “polis” y cómo hacerlo. Capítulo. 1 El objetivo de este pequeño libro. El objetivo de este pequeño libro no es adentrarme en el enésimo, erudito y estéril debate sobre la distinción de razón en Suárez o los indiscernibles en Leibniz, sino tratar de entender por qué sentencia Platón que una vida sin reflexión no es vida para un hombre, por qué dice Aristóteles que ser bueno no solo es más bueno sino, además, más elegante, por qué denuncia Marx que el mundo se divide en explotadores y explotados, por qué advierte Camus por boca de Calígula que hacer daño a los demás es la única forma de equivocarse y qué relación tiene eso con la afirmación de Kant de que el hombre no es un medio sino un fin… Por ejemplo, me parece improcedente no vincular el nacimiento de la polis griega, el sinecismo o sinoecismo, en tiempos del mítico Teseo, con la necesidad de autoprotegerse de las “razias” de los piratas, es decir, la necesidad de seguridad, y la consecuencia de reestructurar “la justicia en la ciudad”; ¿no es algo parecido lo que se plantea en EEUU tras el atentado de Las Torres Gemelas? ¿No hay una estricta relación entre seguridad y libertad? ¿Es preferible, como afirmó alguien, morir asesinado en el metro de Nueva York a morir de aburrimiento en el metro de Moscú durante el régimen soviético? ¿Es la seguridad el objetivo final de nuestra existencia?, ¿merece la pena una vida segura sin libertad?, ¿hasta dónde estoy dispuesto a ceder en esta cuestión? El tono general de estas líneas no quiere ser, pues de erudición y citas exclusivamente. Pretendo usar un lenguaje directo, derivado inmediatamente de las preocupaciones y problemas más cotidianos de los ciudadanos y ciudadanas tomando como excusa la inabordable gama de ideas, sugerencias, respuestas, que se me han planteado como ciudadano y como profesor de Filosofía que cada curso tenía que abordar un dilema aparentemente insoluble: preparar a mis alumnos para que aprobaran un examen de Filosofía en 1º de Bachillerato y en la Selectividad y, a la vez, tuvieran un contacto con la Filosofía que lograra hacer efectiva la sugerencia de Sócrates y Montaigne: mis alumnos y alumnas no son copas que llenar sino llamas que encender. No querría ser, en definitiva, otro ejemplo de que los filósofos se han limitado a contemplar el mundo. Por eso, la Filosofía, además de un consuelo, es para mí no un fin sino un instrumento. Si no lo hubiera dicho Althusser, me gustaría decirlo a mí por primera vez: la Filosofía como arma de la revolución. No dudo de que jamás veré u
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